Uno de los casos que asustó a la población se dio en Ballenita. Ahí, la gente contó que vivió minutos de terror porque los sicarios persiguieron por sus calles a las víctimas que intentaban huir. Solo dos se lograron salvar, ya que los habitantes activaron las alarmas de seguridad del barrio para que llegara la Policía.


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No les importó si en el trayecto herían a quien se cruzara. Los asesinatos al estilo sicariato que se dieron en Ballenita, Quevedo, Machala y Esmeraldas, en las últimas horas, entre la noche del viernes y la noche del sábado, encienden las alertas por el recrudecimiento de la violencia, que pone en vilo a sus habitantes, quienes temen convertirse en blanco inocente de esta ola de crímenes que van al alza en Ecuador.

Uno de los casos que asustó a la población se dio en Ballenita. Ahí, la gente contó que vivió minutos de terror porque los sicarios persiguieron por sus calles a las víctimas que intentaban huir. Solo dos se lograron salvar, ya que los habitantes activaron las alarmas de seguridad del barrio para que llegara la Policía.

Ocurrió la noche del sábado 28, a eso de las 20:50. Todo empezó cuando una camioneta Ford roja, doble cabina, circulaba por la avenida Francisco Pizarro, en Ballenita, Santa Elena. Dos cuadras más adelante del comisariato de la zona, el vehículo fue interceptado por cinco hombres que iban a bordo de dos motocicletas.

Los gatilleros o sicarios dispararon al automotor, en cuyo interior iban cuatro personas, quienes, al parar la marcha de la camioneta, se bajaron para intentar escapar de la muerte.

Uno de los hombres intentó ingresar a una vivienda, pero los asesinos lo remataron y quedó al pie de la casa, cerca a la carretera.

Otro de los hombres corrió 100 metros más e ingresó al sector denominado Portal de Ballenita, pero los asesinos le dieron alcance y lo acribillaron en una esquina oscura.

Los testigos narraron que escucharon cerca de 30 disparos y compararon aquel estruendo con los fuegos artificiales que se escuchan en fin de año.

Otro de los ocupantes del vehículo, un joven de 20 años, se metió debajo de la camioneta, mientras que una mujer corrió hacia la parte posterior de una casa.

Los moradores activaron la alarma comunitaria y eso hizo que los sicarios huyeran. Por eso se salvaron los dos últimos.

 








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