El cambio de pañales se posterga. El trabajo, el estudio y el disfrute pasan a primer plano, mientras se descartan parejas hasta dar con “la indicada”. Pero la naturaleza pisa los talones y el reloj biológico marca la hora. Es una tendencia que se profundiza en las grandes ciudades, como la de Buenos Airesa. Tanto […]


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El cambio de pañales se posterga. El trabajo, el estudio y el disfrute pasan a primer plano, mientras se descartan parejas hasta dar con “la indicada”. Pero la naturaleza pisa los talones y el reloj biológico marca la hora. Es una tendencia que se profundiza en las grandes ciudades, como la de Buenos Airesa. Tanto es así que dos de cada 10 porteñas que están terminando su periodo fértil no fueron madres. Y más de la mitad ya decide tener hijos después de los 30 años, cuando en 1990 eran sólo cuatro de cada diez.

El dato surge de la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad. En un informe difundido ayer, analiza la situación al 2015 y la compara con años anteriores. Concluye que las mujeres tienen cada vez menos hijos: 1,78 en promedio, contra los 2,08 que tenían en 1990. Incluso, todo indica que se irá reforzando. “Se espera que la transición hacia una tasa de fecundidad más baja continúe y se expanda en el futuro”, pronostica el estudio.

En muchas casas y departamentos jamás hubo mamaderas. El 51,8% de las porteñas en edad reproductiva (de 14 a 49 años) no tienen hijos. Incluso, casi el 20% de las que están finalizando su período fértil (de 40 a 49 años) todavía no fueron madres. “Probablemente se deba a que estas mujeres han dado prioridad al estudio y/o al trabajo o que por razones biológicas no han podido concebir”, analiza el informe.

Consultada por Clarín, Mabel Bianco, presidenta de la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), explica que “en la Ciudad de Buenos Aires la edad de búsqueda para tener hijos va en aumento porque las mujeres estudian más y tienen más posibilidades de desarrollo personal. Asumen roles importantes que antes no asumían. Además, tenemos más posibilidades de acceso a información de cómo posponer la maternidad”.

“Yo creo que el mayor problema, desde el punto de vista social, es lograr un vínculo. Hoy en día cuesta vincularse y tener un proyecto de familia”, opina el doctor Sergio Papier, presidente de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva. “Pero, por otro lado, hoy la mujer entiende más su autonomía económica y emocional, y si ese vínculo no se genera empieza a decidir ser madre soltera. Eso está aumentando”, continúa.

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Por una razón o por otra, el embarazo se “patea” para más adelante. En 2015, casi la mitad de las mujeres tuvo hijos entre los 30 y los 39 años, cuando en 1990 esa misma proporción se ubicaba entre los 25 y los 34. La “barrera” de los 30 se superó en 2013 y, desde entonces, no paró de crecer. El promedio actual es de 30,7 años. “Esto tiene relación con el aumento de la edad al primer matrimonio, que también pasó de 28 años en 1990 a 33,2 años en 2015”, detalla el informe. Además, el estudio arroja que se duplicó la cantidad de mujeres que tienen hijos entre los 40 y los 44 años.

¿Cuál es la consecuencia de postergar la maternidad? “Es importante la reserva ovárica, que es un concepto de cantidad. Pero más importante es el concepto de calidad, que no lo podemos evaluar porque no hay marcadores de calidad en los óvulos. El mejor marcador sigue siendo la edad”, responde Papier. Agrega que antes de los 35 años es el momento óptimo para un embarazo, los 38 serían una edad avanzada y los 44 años marcarían el límite. Después viene el debate ético sobre hasta qué edad una mujer debería ser madre con óvulos donados.

Parece ser una constante moderna. La mujer se decide a ser madre, descubre que el cuerpo no la acompaña y entonces acude a un consultorio de fertilidad. Papier señala que hay un aumento de la edad promedio en que hacen tratamientos: hoy es de 37 años, cuando hace 10 años era de 32 a 35 años. Por el impacto de la edad, también creció el tratamiento de ovodonación, que se hace en promedio a los 42 años. Además, hay un aumento exponencial en las consultas para congelar óvulos.

“Estos temas se discuten más en la ciudad de Buenos Aires, donde hay mujeres más informadas, que conocen más avances, y tienen más posibilidades de decisión”, comenta Mabel Bianco. Pero también trasciende fronteras. “Es una tendencia en todo el país y también en Latinoamérica. Es un problema social regional. Aunque también es verdad que siempre las grandes ciudades van un paso adelante”, dice Papier.

El informe exhibe además una gran diferencia según el nivel socioeconómico de la población: en Soldati, Riachuelo y Lugano, las mujeres tienen hijos a los 27,9 años en promedio y cada una tiene 2,4 chicos. En Recoleta, en cambio, la edad asciende a los 33,9 años y en términos estadísticos cada mujer sólo tiene 1,5 niño. Una gran desigualdad en el contexto general, con apenas unas pocas cuadras de distancia.