A diario, incluso los domingos, Galo Heredia, de 12 años, camina desde su casa, ubicada en el sector La Gasca, hasta las plazas del Centro Histórico. Lo hace con el objetivo de recaudar dinero a cambio de lustrar los zapatos de los ciudadanos que circulan por el sector. Galo luce un pantalón de tela encima […]


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A diario, incluso los domingos, Galo Heredia, de 12 años, camina desde su casa, ubicada en el sector La Gasca, hasta las plazas del Centro Histórico. Lo hace con el objetivo de recaudar dinero a cambio de lustrar los zapatos de los ciudadanos que circulan por el sector.

Galo luce un pantalón de tela encima del jean que viste. Es para proteger la prenda que en las noches  es parte de su uniforme escolar. Él  asiste al colegio nocturno Rumiñahui. Cursa el octavo año de Educación General Básica (EGB).

Al igual que Galo, en el país otros 359.597 niños y adolescentes laboran. Ellos representan el 8,56% de la población menor de edad que realiza actividades consideradas como trabajo infantil.

Datos del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) señalan que la provincia en la que se registra la tasa más alta de trabajo infantil es Cotopaxi, con el 25,14%, seguida de Bolívar, Chimborazo, Cañar, Loja y Azuay. Así, la Sierra Centro-Sur acumula el 38,8% de niños que trabaja en el país.

Por otra parte, las dos provincias con la tasa más baja son Manabí (4,36%) y Santa Elena (4,88%).

Por cada lustrada de zapatos Galo cobra $ 1, pero cuando son botas y aplica una especie de sellante que ayuda a mantener el brillo después de una lluvia el precio es de $ 3.

Indica que cuando el día está bueno gana más de $ 20, pero cuando llueve, como ha ocurrido en los últimos días, el valor  llega a $ 5. Con el dinero el menor de edad ayuda a comprar los alimentos básicos de su hogar.

Él vive con su mamá, quien cojea a causa de un accidente de tránsito sufrido años atrás. Ella trabaja actualmente en un puesto de legumbres del Mercado Santa Clara, con su otro hijo, mientras que Galo lo hace en la calle.

Lorena Castellanos, trabajadora social del Centro Estrechando Manos, un lugar que ayuda a combatir el trabajo infantil ofertando guarderías mientras los padres de los menores laboran como comerciantes en los mercados y calles de la ciudad, indica que ahora el país cuenta con leyes que protegen a los menores, por esta razón en los últimos seis años disminuyó el trabajo infantil.

En 2011, por ejemplo, Ecuador fue declarado país libre de trabajo infantil en botaderos de basura. 

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Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), entre las causas que provocan este problema social se destaca la pobreza, la violencia intrafamiliar, los patrones culturales, la permisividad social, la falta de oportunidades y la falta de cobertura, calidad y cumplimiento de la obligatoriedad de la educación.

Nancy Oñate, quien tiene 9 años,  después de salir de la escuela se sube a los buses urbanos para vender frutas. Lo hace vistiendo una blusa blanca, un saco azul y una falda ploma con pliegues que le cubre sus piernas por debajo de las rodillas.

La pequeña es hábil para subir y bajar de los vehículos, incluso cuando están en leve movimiento. Manifiesta que trabaja desde hace tres años. Lo hace porque su papá y sus hermanos también lo practican.

De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en la actualidad alrededor de 168 millones de niños trabajan en el mundo, una cifra que ronda el 11% de la población infantil.

 

El Telégrafo








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