Los habitantes de El Cisne miran con escepticismo el estado del puente de la G, que une las calles 28 y 29, en el suburbio de Guayaquil, pues han pasado casi 10 años desde que reciben la visita de delegados del Municipio de Guayaquil que revisan el estado del paso vial sin que se haga algún arreglo.


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Los habitantes de El Cisne miran con escepticismo el estado del puente de la G, que une las calles 28 y 29, en el suburbio de Guayaquil, pues han pasado casi 10 años desde que reciben la visita de delegados del Municipio de Guayaquil que revisan el estado del paso vial sin que se haga algún arreglo.

A finales de mayo, parte del muro de ala que protegía el carril peatonal se desplomó. El Cabildo no ha informado de las razones del incidente, aunque expertos consultados especulan que la antigüedad y los altos niveles de salinidad del Estero Salado, en donde están colocados los pilares, incidieron en el desgaste.

Para Helario Jaramillo, de la 29 y la H, no ha existido un verdadero interés para dar mantenimiento al puente. “Se limitaron a tomar medidas y fotos, mientras eso se descascaraba poco a poco”.

Tras el derrumbe, la Dirección de Obras Públicas derribó el ala de protección y cerró el paso a peatones, en el lado norte, con la colocación de mallas y tubos metálicos.

Para 2018, se prevé incluir los trabajos de reparación en el presupuesto municipal, aseguró Jorge Rodríguez, vocero de la Alcaldía.

El funcionario descartó el desmantelamiento de la estructura, como ocurrió con el puente de la A en 2011. “Se han hecho estudios y se va a reemplazar toda la estructura dañada”.

Rodríguez acotó que el paso vial no ha cumplido su período de vida útil -fue inaugurado aproximadamente hace tres décadas- pero para evitar riesgos serán reforzadas las bases.

Los diseños ya están listos, según Enrique Pita, presidente de la Federación de Cámaras de la Construcción, quien reveló a este diario que delegados de la Dirección de Obras Públicas Municipal se reunieron con consultoras sísmicas.

Explicó que los sectores cercanos al estero tienen alto nivel de salinidad y, por este factor, el hormigón del puente de la G se deterioró en forma más acelerada que en otros sitios. Además, la vibración ocasionada por la circulación de los automotores “hace que, gradualmente, falle la estructura”.

El factor vehicular también ha sido considerado por la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) que estudia la posibilidad de restringir el paso a los automotores pesados, como buses, camiones y similares.

Para ello, un grupo de técnicos se encargará de evaluar la incidencia de estos automotores en las vibraciones que soporta el puente. “Si es necesario se restringirán las líneas de buses, se adoptarán las soluciones necesarias para no perjudicar al usuario”, explicó Freddy Granja, jefe de planificación de la ATM.

El puente de la G se construyó a finales de la década de 1980, durante la Alcaldía de Jorge Perrone. En condiciones normales, tales estructuras cuentan con un período de vida útil de 50 años.

Según el Instituto Americano del Concreto, entidad internacional que desarrolla estándares, normas y recomendaciones técnicas, y la Norma Ecuatoriana de la Construcción (NEC), obras expuestas a condiciones como el puente de la G deben tener un recubrimiento de hormigón de 5 o 7,5 cm.

 

Fuente: El Telégrafo








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