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Pedro Infante fue un hombre generoso que «adoró a México», un buen hijo, padre amoroso y de una calidad humana que, cien años después de nacimiento, lo mantienen firme en su sitio como ídolo y mito mexicano de la pantalla y la música.


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Pedro Infante fue un hombre generoso que «adoró a México», un buen hijo, padre amoroso y de una calidad humana que, cien años después de nacimiento, lo mantienen firme en su sitio como ídolo y mito mexicano de la pantalla y la música.

Su historia, cortada abruptamente por su muerte a los 39 años, está contada en 61 películas y 430 canciones, pero también en el amor a su familia y la sencillez y bondad con su pueblo, asegura su hija Lupita Infante Torrentera, en una entrevista con Efe.

«Fue un hombre maravilloso, (como padre) no nos quitaba los ojos de encima; adoró a México, en su casa había filas de personas el Día de las Madres, el Día de Reyes», cuenta.

Guardián de la herencia del «ídolo de México», Lupita asegura que su padre está «englobado» en los personajes de la cinta «Los 3 Huastecos» (1948): un sacerdote, un militar y un ranchero, triates criados en pueblos diferentes.

«Esos tres personajes tenían que ser Pedro Infante, por todo lo que hizo, para el hombre tan exitoso que fue, para el hombre de tanta lucha», sostiene Lupita, de 64 años y quien tenía casi cinco años cuando murió el actor.

Pedro Infante nació el 18 de noviembre de 1917 en Mazatlán, en el norteño estado de Sinaloa, y murió el 15 de abril de 1957 al accidentarse el avión que él mismo tripulaba nada más despegar del aeropuerto de la ciudad de Mérida, en el sureste de México.

Su carisma y simpatía, factores en su ascenso al estrellato, fueron también claves en su éxito personal y en la construcción de su mito, que ha podido trascender y seguir vigente por generaciones.

Un día Pedro Infante entró a un restaurante y antes de ordenar se metió en la cocina para lavar trastes; solo cuando acabó, le dijo al dueño «Toño, ya cumplí, ya me puedes servir». Hoy sigue siendo recordado por su sencillez, además de por el talento que le convirtió en el «gran ídolo de México».

Un músico nato

Desde temprana edad mostró vocación para la música. Aprendió a tocar la guitarra, el piano, el violín y la batería de forma «natural», demostrando que tenía un «don», dice a Efe Sergio Solís, productor en Warner Music México.

«Obviamente, la gente no lo quería ver tocando detrás de la batería, la gente lo quería ver delante, con el micrófono cantando, porque tenía una presencia física que les gustaba a ellas y a ellos también», comenta con una sonrisa.

«Pedro Infante transmitía a través de su voz», podía darle el tono adecuado a una canción con sentimientos de «fiesta, enojo, o tristeza», afirma María Eugenia Flores, hija del compositor «Chava» Flores (1920-1987), quien compuso temas para el cantante como «La tertulia».

Para ella, «el ídolo de Guamúchil» (por el pueblo en el que pasó su infancia) supo vencer una de las dificultades que implican los temas de su padre: «Tienes que conocer acerca de la forma de ser del mexicano, saber interpretar, no es una canción que se diga de memoria y no digas nada».

Se sabe que Infante tenía una facilidad sorprendente para aprenderse las canciones y grabarlas de manera ágil, aunque no fue así en la primera audición que realizó para una película, cuando casi lo vence el pánico.

Un personaje recordado por todos los mexicanos

En la historia de la televisión mexicana, se recuerda su participación en 1954 en el maratón de 30 horas que reunió más de un millón de pesos (más de $100,000 dólares de la época) para mejorar la antigua Basílica de Guadalupe.

Sus visitas a la ya desaparecida prisión de Lecumberri, sus regalos el Día de Reyes y de las Madres, así como el pago de médicos de personas sin recursos permanecen en la memoria de los mexicanos.

El mismo día de su muerte, antes de despegar de Mérida, Infante le regaló 1,000 pesos (unos 80 dólares) a una mujer que tenía muy grave a su hijo: «Le dijo: ‘vete a cuidarlo y llévalo al hospital», recuerda Lupita.

Para rememorarle, hoy se inaugurará el Museo de Pedro Infante en Guamúchil, que contará con objetos que pertenecieron al artista, mientras que en la capital se presentará la exposición «Por siempre, Pedro Infante» en la estación de metro de Bellas Artes, y mañana se celebrará una misa en la Basílica de la Virgen de Guadalupe.

Siempre quedará como una incógnita el qué habría pasado si un accidente de avión no hubiera acabado con su vida a los 39 años. A lo largo de su trayectoria, dejó grabadas 351 canciones, la última de ellas, «La cama de piedra».

«Alguien decía por ahí que las gentes grandes son tan grandes que saben el momento en el que se tienen que morir», apunta el productor en Warner Music México, quien agrega que de lo que no hay duda es que tuvo la calidad suficiente como actor y cantante para ser recordado como lo que es, «el gran ídolo de México».


Redacción CiudadColorada.com | Agencias







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