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Los ganadores de la primera vuelta, Duque y Petro, representan nuevos movimientos: el primero, a la derecha y la ultraderecha del expresidente Álvaro Uribe; el segundo, a una nueva izquierda colombiana


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Antonio Albiña

Los ganadores, Iván Duque y Gustavo Petro, que pasan a una segunda vuelta a celebrar el próximo 17 de junio, representan nuevos movimientos: el primero, a la derecha y la ultraderecha de los que siguen al expresidente Álvaro Uribe; el segundo, a una nueva izquierda que agrupa desde los indignados en versión colombiana, hasta los nuevos votantes jóvenes y los antiguos integrantes de los movimientos insurgentes.

Las elecciones presidenciales celebradas el domingo han significado para Colombia el final de los partidos tradicionales que han dominado el país durante más de un siglo.

 Los liberales y su candidato, el exvicepresidente Humberto de la Calle, han quedado laminados y hasta han perdido el derecho a seguir funcionando como partido parlamentario al no llegar al umbral establecido por la ley de un 4%; por su parte, los conservadores ni siquiera se presentaron como tales, sumándose al candidato uribista Iván Duque, a través de su candidata a la vicepresidencia Marta Lucía Ramírez.

Ganó por goleada el representante de la derecha Iván Duque, con el 39,4%, y quedó como segundo Gustavo Petro con un 25,08%. El presidente de Colombia será el que consiga el apoyo del tercer elegido ayer, Sergio Fajardo, y sus 4,6 millones de votos.

La perspectiva para Petro es más favorable porque la de Fajardo es una coalición inestable formada por gentes que simpatizan con la izquierda, como los verdes, afines a su número 2, Ángela María Robledo, y con la que el exalcalde Antanas Mockus estuvo a punto de derrotar al actual Presidente Juan Manuel Santos, y los izquierdistas del Polo Democrático, en cuya dirección estuvo el propio Gustavo Petro, antes de salir por sus diferencias con el sector maoísta.

Ambas orillas, derecha más o menos ultra, e izquierda, con vocación de sumar al centro más civilizado y favorable al proceso de paz, se disponen a agitar los fantasmas, más o menos reales que funcionan entre la población colombiana, según todos los sondeos.

Los uribistas van a agitar la idea de que Gustavo Petro representa algo que llaman el «castrochavismo» y que trataría de llevar a Colombia por la catastrófica senda venezolana. Mientras que los seguidores de Gustavo Petro tratan de fijar la imagen de Álvaro Uribe como creador y representante del paramilitarismo, que tanto daño ha hecho al país ligado al narcotráfico.

Iván Duque, delfín de Uribe y hoy candidato, trata de aparecer como un tecnócrata de nuevo cuño, si bien no puede desprenderse de ciertas herencias como la del exministro de justicia uribista Fernando Londoño que amenaza con «hacer trizas» el acuerdo de paz logrado en La Habana y que puso fin a más de medio siglo de guerra entre las FARC y el Estado.

Todo está abierto para el futuro de un país en el que por vez primera se enfrentan tan nítidamente derecha e izquierda, sin violencia por el momento, y donde el pasado domingo se constató una participación electoral sin precedentes.

El próximo día 17 se abrirá una nueva etapa en el único país de Latinoamérica que no ha tenido golpes militares, donde nunca han mandado representantes del populismo o el izquierdismo, y que es el Estado con más desigualdad y carencias sociales del continente.

 

 

 


Redacción CiudadColorada.com | Publico.es







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