El cierre de dos de los tres carriles del túnel del cerro Santa Ana, luego del temblor del mediodía del lunes pasado, sorprendió a más de un conductor y causó diversas interpretaciones.


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El cierre de dos de los tres carriles del túnel del cerro Santa Ana, luego del temblor del mediodía del lunes pasado, sorprendió a más de un conductor y causó diversas interpretaciones, pero es parte del protocolo de seguridad, aclara el director de Riesgos del Municipio, Juan Ramírez.

La decisión de cerrar el paso facilita las inspecciones luego de un movimiento telúrico como el que se vivió (5,98 grados en la escala de Richter); el cual tuvo su epicentro a 32 kilómetros al noreste del vecino cantón General Villamil.

Ocurre con los edificios y las estructuras de uso público. Los túneles no son la excepción. “Se hace una revisión visual técnica, que demora lo que debe recorrer el técnico a pie por el paso”, explica Ramírez.

Durante ese recorrido se notificó, que una bandeja metálica que sirve de canaleta de aguas lluvias quedó guindada. Se procedió a arreglar el daño y luego se reabrió el paso.

No solo el del cerro Santa Ana pasó por este protocolo. También el del Carmen y el de San Eduardo, que, en cambio, no reportaron novedad tras el sismo, dijo el funcionario.

El director de Riesgos puntualiza que la dirección municipal de Obras Públicas es el departamento encargado del mantenimiento de este tipo de infraestructura, y descartó la posibilidad de que exista algún peligro. “No se ha detectado ninguna falla, si se ven fisuras o grietas se realiza un mantenimiento anual para el área estructural”, reitera.

El director de Planificación de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM), Fernando Navas, explica que cuando se presentan emergencias, como movimientos telúricos, el Cabildo activa los paneles dinámicos con mensajes variables, donde indica el motivo del cierre.

Navas se refirió a la decisión de no desviar los vehículos, especialmente los articulados de la Metrovía, que permanecieron en la boca de los túneles durante la supervisión.

Por tener más de 15 metros de largo y estar rodeados de vehículos livianos, resulta difícil que los buses puedan retroceder al menos medio kilómetro para tomar las calles alternas.

“Obligar a que retrocedan los automotores que estaban prácticamente al pie de los túneles significaba más tiempo en comparación con el que representaba la inspección, que tomó unos veinte minutos”, justifica el funcionario. Pero puntualiza que los vehículos que estaban distante de los túneles, sí fueron desviados.

No obstante, la Fundación Metrovía dice contar con un plan de desvío de unidades ante un eventual cierre de los túneles, que en ocasiones se debe a mantenimiento (ver gráfico).

Esas labores se realizan al menos tres veces al año. En lo que va de 2019 y durante tres semanas, los túneles de los cerros Santa Ana y del Carmen permanecieron cerrados en horario nocturno por trabajos que consistieron en limpieza de paredes, pavimento, aceras y pantallas antirruido.

En esas ocasiones, el paso de vehículos se restringió desde el 14 de enero hasta el 1 de febrero, de 23:30 a 05:00. Solo se permitió la circulación de los articulados de la Metrovía, que no tuvieron que desviarse.

 


Redacción CiudadColorada con información de Expreso







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