Durante los últimos años, el emprendimiento en el país ha ido ganando relevancia. Su participación dentro de los encadenamientos productivos dinamiza la economía local y beneficia a las grandes firmas que se abastecen de sus productos por ser más accesibles.


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Durante los últimos años, el emprendimiento en el país ha ido ganando relevancia. Su participación dentro de los encadenamientos productivos dinamiza la economía local y beneficia a las grandes firmas que se abastecen de sus productos por ser más accesibles.

La Actividad Emprendedora Temprana (TEA) en Ecuador fue del 31,8% en 2016, la más alta de América Latina. Significa que uno de cada tres ciudadanos realiza algún tipo de emprendimiento, según el más reciente informe de Global Entrepreneurship Monitor (GEM).

La Corporación GPF -dedicada al retail y propietaria de las marcas Fybeca, SanaSana, OkiDoki, Provefarma y Abefarm-, comercializa 200 productos con marca propia que son  elaborados por 20 pequeños y medianos proveedores nacionales. El portafolio de la empresa abarca alrededor de 30.000 presentaciones.

Luis Enrique Coloma, presidente Ejecutivo de GPF, comentó que la iniciativa de crear artículos propios a través de emprendedores surgió en 2015 para satisfacer las necesidades de sus clientes y, al mismo tiempo, insertarse en las políticas de cambio de la matriz productiva, que priorizan el consumo local.

“Es dar una mano para crear en el país un ecosistema adecuado para que se fomente el emprendimiento e innovación. Está comprobado que los países que tienen mejores ambientes de emprendimiento son los que poseen mejores estándares de vida”, destacó Coloma.

Por sus altos estándares de calidad, GPF selecciona a sus proveedores con apoyo de la Alianza para el Emprendimiento e Innovación del Ecuador (AEI). Una vez escogidos, el desarrollo de los productos es definido con la corporación. Trabajar con emprendedores es parte de la estrategia de expansión de la empresa que inició tres años atrás.

Otra de las innovaciones de la Corporación ha sido la implementación de inteligencia de mercado a sus actividades, con el fin de ser más eficientes con menores costos operativos.

Emprendió un proyecto de reemplazo de sistemas informáticos -para trabajar con Big Data-, creación de nueva infraestructura, capacitación del talento humano y mejor atención al cliente.

Esto le significó una inversión de $ 53 millones, de los cuales $ 30 millones fueron obtenidos a través de la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés), que es el brazo de financiamiento para el sector privado, del Banco Mundial (BM). El resto se obtuvo mediante la banca local y por recursos propios.

La IFC financia a empresas sólidas para que cumplan con un propósito social importante, describió Coloma, destacando que la relación con los emprendedores es un punto a favor.

“Además valoró que incorporamos tecnología de punta al país que va a modernizar los modelos de logística y distribución; va a ser un referente y subirá los estándares de la industria”, agregó el ejecutivo.

El proyecto que lleva adelante la empresa incluyó la construcción de un Centro de Logística Avanzada, ubicado en la zona industrial al sur de Quito, que desde el año pasado ha mejorado los niveles de productividad en el orden del 70%.

Para ellos la información de las preferencias del usuario es su mayor activo, porque les permite ser más efectivos en el manejo de sus inventarios y tiempos de entrega, además que contribuye a que sus proveedores trabajen sobre pedidos específicos, evitando tener devoluciones  de mercadería en grandes cantidades.

“Compramos lo que sabemos que vamos a vender, lo que demandan los clientes. Los proveedores son socios estratégicos y constituyen nuestra cadena de valor”, manifestó Ana María Molina, gerente corporativo de asuntos públicos de la compañía.

Tiendas virtuales son otra opción para los microemprendedores
Camilo Cruz y Sebastián Valdivieso crearon en marzo de este año el proyecto Mi.Tienda, que es un centro comercial virtual que busca promocionar los productos ecuatorianos en el exterior.

Estos jóvenes quieren ir más allá de los modelos convencionales de tiendas virtuales como Amazon, Wish, entre otras, en donde se exhiben solamente los productos.

Ellos, en cambio, direccionan desde su plataforma hacia cada negocio. Actualmente trabajan con 100 tiendas a nivel nacional. Pero la particularidad está en la promoción de artículos y productos ecuatorianos.

Por ejemplo, en el proyecto trabaja la empresa Blissec, que ofrece gomitas de quinua y amaranto, bajo la marca Kinacu.

Paúl Reyes (34 años) lleva tres meses vendiendo el producto. Mi.Tienda para el emprendedor le llegó “caído del cielo, es un apoyo muy fuerte para nosotros, porque nos permite llegar a lugares a los que antes no podíamos hacerlo”. Contó que en esta plataforma, por ahora, sus principales clientes son del país, pero buscan que en esta iniciativa se sumen emprendedores de Perú y Colombia. Ya con estos tres países, aspiran a llegar al mercado de EE.UU. y luego el europeo.

En el primer mes, Reyes vendía entre tres y cuatro productos, pero ahora llega con su idea a Guayaquil, Cuenca e incluso las islas Galápagos.  “El emprendimiento es duro, toca trabajar duro y duro”, afirma. A futuro quiere sacar más golosinas infantiles con base en la quinua, así como productos de sal.  

Paola Andrade es contadora. Estuvo estudiando Ingeniería Comercial en la ESPE, pero abandonó la carrera por cuidar a su hijo. Este fue el impulso que necesitó para montar la empresa Bisukp. Ofrece bisutería personalizada, por ejemplo tiene collares, pulseras, aretes. Trabaja con cuero, con zamak (aleación de zinc, aluminio, magnesio y cobre). Le gusta trabajar con estos materiales porque no pierden el brillo y se asemejan al acero quirúrgico. “Lo que tenemos en Ecuador es un comercio que nos ayuda a crecer”, enfatizó.

Andrade mira como beneficioso el apoyo a los emprendedores nacionales por parte del gobierno. Pidió que se agiliten los préstamos con el BanEcuador. Este emprendimiento inició con $ 400 y ahora sus ingresos mensuales van desde $ 180 hasta los $ 200.

 

Fuente: El Telégrafo








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