El jefe Estado de Corea del Sur, Moon Jae-In, se pronunció en contra de cualquier acción militar unilateral de Washington y dijo que ese tipo de decisiones «sólo pueden ser tomadas por Corea del Sur» y nunca podrán adoptarse sin su «consentimiento».


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La estrategia del presidente de EE.UU, Donald Trump en la Península de Corea sufrió un significativo revolcón dialéctico cuando el jefe de Estado de Corea del Sur, Moon Jae-In, se pronunció en contra de cualquier acción militar unilateral de Washington y dijo que ese tipo de decisiones «sólo pueden ser tomadas por Corea del Sur» y nunca podrán adoptarse sin su «consentimiento».

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Moon participó en los actos que se celebran cada año para conmemorar la fecha en la que las tropas japonesas se rindieron en 1945, dando fin a la Segunda Guerra Mundial y permitiendo a los coreanos retomar su independencia, abrogada con la anexión nipona en 1910.

El significativo comentario se produjo en una semana en la que Trump y el régimen norcoreano han mantenido una escalada verbal con repetidas amenazas de tono casi incendiario, en las que se había obviado a la población coreana, que sufrirían un castigo masivo en caso de conflicto.

Durante su reunión semanal con sus asesores más cercanos, Moon fue incluso más tajante y criticó a ambos lados exigiendo tanto a Corea del Norte como a Estados Unidos que «paren todas las provocaciones y amenazas», significando que «el interés nacional de Corea del Sur es la paz», según informó la agencia Yonhap.

El principal dirigente surcoreano se apartó asimismo de toda la gesticulación militarista de las últimas jornadas volvieron a repetir su ofrecimiento de diálogo a Pyongyang, algo que Corea del Norte ha rechazado hasta el momento.

«Mantenemos la puerta abierta a un diálogo militar que permita que la tensión entre Corea del Sur y del Norte no empeore», dijo.

«No podemos depender de nuestro aliado para mantener nuestra seguridad. Cuando hablamos de cuestiones relacionadas con la Península coreana, nuestro país tiene que tomar la iniciativa para resolverlas», añadió el presidente en lo que semeja también una alusión a uno de los reclamos que ha realizado en el pasado: que Seúl disponga del mando militar de las fuerzas conjuntas en caso de una confrontación, algo que ahora es a la inversa.

Tras varias jornadas de una lucha verbal, los principales protagonistas parecieron intentar rebajar el tono de sus expresiones y mientras que el líder norcoreano, Kim Jong-un, decía ahora que va a «esperar un poco más» antes de decidirse sobre un hipotético ataque contra Guam.

Mientras tanto toda una plétora de dirigentes norteamericanos empezando por el jefe del estado Mayor de su ejército, el general Joseph F. Dunford Jr, el director de la CIA, Mike Pompeo, el asesor de Seguridad Nacional, H.R. McMaster y hasta los secretarios de Estado y de Defensa, Rex Tillerson y Jim Mattis, reconocían que su prioridad es «la presión económica y diplomática», no la opción militar, en palabras de Dunford.

 








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