Enrique Gualotuña inicia su jornada a las 10:00, todos los miércoles. Él recicla la basura desde hace 30 años. Desde 2015 es gestor ambiental autorizado como parte del proyecto Guápulo: Barrio Ejemplar en Cultura Ambiental. El recorrido lo hace por la calle Camino de Orellana. Son al menos 50 puntos donde la gente del barrio […]


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Enrique Gualotuña inicia su jornada a las 10:00, todos los miércoles. Él recicla la basura desde hace 30 años. Desde 2015 es gestor ambiental autorizado como parte del proyecto Guápulo: Barrio Ejemplar en Cultura Ambiental.

El recorrido lo hace por la calle Camino de Orellana. Son al menos 50 puntos donde la gente del barrio deja sus desechos clasificados para la recolección, al pie de la vereda.

Recopilar lo aprovechable le toma unas cuatro horas y media. Luego de eso llega a su bodega, que actualmente está deteriorada producto del fuerte invierno. Allí organiza el material para después comercializarlo.

El proyecto del manejo de desechos aprovechables en Guápulo nació de una iniciativa privada. La Kasa de Colores fue la encargada de presentar una propuesta a la Secretaría de Ambiente del Municipio.

Uno de los ejes principales de la gestión en Guápulo es la denominada Ruta del Reciclaje. De esta se encargan Gualotuña y siete personas más de su familia. “Esto nos permite un ingreso de, al menos, USD 400 al mes”, dijo Gualotuña.

Otro caso de manejo de residuos que está a cargo de actores privados es la de UWI, una cafetería y tienda orgánica que funciona desde octubre de 2015 en Cumbayá, en el nororiente de Quito.

Según Belén Velasteguí, dueña del local, al ser un lugar de promoción de productos orgánicos, su primera idea fue conjugar su negocio con buenas prácticas ambientales. Una de estas es recopilar sus desechos orgánicos para entregarlos a una finca que se encarga de hacer compostaje.

Pero su cafetería fue más allá. En Cumbayá, su negocio es un espacio en el que se hacen talleres para los vecinos sobre mejores prácticas ambientales y la importancia de los alimentos orgánicos.
También, aportó al medioambiente con la utilización de madera reciclada para la construcción de su local.

Ambas iniciativas tienen algo en común: ganaron una distinción por Buenas Prácticas Ambientales de parte del Municipio de Quito. Esta distinción, según Agustín Darquea, director de Buenas Prácticas Ambientales de la Secretaría de Ambiente, es un reconocimiento público al que pueden acceder personas naturales, barrios y personas jurídicas que aportan en el trabajo de alcanzar un Quito sostenible.

El 5 de junio del 2017, por el Día del Ambiente, se entregaron reconocimientos principales a 18 empresas.

¿Cómo lograr un reconocimiento? Cada febrero, en la web de la Secretaría de Ambiente, se abre una plataforma para las inscripciones.

Según Darquea, durante dos meses quienes quieren participar deben llenar un formulario para evaluar cinco ejes: manejo de residuos, patrimonio natural, reducción de la huella de carbono, edificación ecoeficiente y movilidad sostenible. Para la calificación hay varios indicadores, de acuerdo con la categoría. Depende de cuántos de ellos cumple un postulante para lograr la calificación más alta.

Cada empresa, barrio o persona natural puede cumplir con distintos indicadores de los cinco ejes de la evaluación.
Una vez que se cierra esta fase, según el Municipio, se toman los puntajes más altos para definir a los finalistas. Después, durante un mes, la Secretaría de Ambiente realiza inspecciones técnicas para constatar la información que fue ingresada en la plataforma.

Pero, ¿qué se logra con esto? Para Darquea, el objetivo es promocionar las buenas prácticas ambientales y reducir la huella ambiental que dejamos los quiteños. Sin embargo, él cree que lo que hace falta para que esto abone a una cultura de reciclaje es mayor difusión. Las cifras dejan entrever que falta la cultura del reciclaje.

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), a propósito del Día del Ambiente, publicó el lunes que 1,8 millones de hogares en el país clasificaron sus residuos durante el 2016. La capital ocupó el cuarto puesto, con 32,38%, detrás de las ciudades de Cuenca, Guayaquil y Ambato. Es decir, durante el 2016, el 67,62% de hogares quiteños no clasificó la basura.

En 2015, un 65,89% de hogares quiteños no clasificó su basura. Hubo un aumento de dos puntos porcentuales en los hogares que no adoptan este tipo de práctica ambiental.

Según Emaseo, diariamente se recogen cerca de 2 000 toneladas de basura. Dentro de esto, la Secretaría de Ambiente estipula que 230 toneladas mensuales se reciclan en los cuatro centros: Amancay y la Santiago (sur), Eloy Alfaro y De los Aceitunos (norte), 24 de Mayo y Pichincha (centro), y Chaupimolino (Tumbaco).

 

Fuente: El Comercio








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