Al tener contacto por largo tiempo con el agua, las personas se percatan de que la piel de sus manos y pies está arrugada.


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Al tener contacto por largo tiempo con el agua, las personas se percatan de que la piel de sus manos y pies está arrugada.

De acuerdo con estudios científicos recientes realizado por el neurobiólogo evolutivo de Estados Unidos, Mark Changizi, esta respuesta es producto de “un ingenioso mecanismo corporal de defensa desarrollado durante la evolución humana para poder agarrarse mejor a superficies húmedas”. 

La investigación publicada en la revista Brain, Behavior and Evolution, “las arrugas en la yema de los dedos crean canales que permiten que el agua se drene mientras se presiona contra un área mojada, a la vez que aumenta la superficie de contacto, lo que permite la ejecución de movimientos más ágiles y seguros”.

Igualmente, otros estudios muestran que «individuos con daños en los nervios de los dedos no experimentan este fenómeno de los dedos rugosos tras humedecerlos. Lo que indica que la respuesta depende del sistema nervioso”.

Por su parte, el miembro de la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV), el doctor Román Barabash, coincide en que, «antes se pensaba que era por un fenómeno de intercambio osmótico por el cual se hinchaban con agua las capas mas superficiales de la epidermis. Hoy se tiene claro que es un fenómeno reactivo mediado por el sistema nervioso autónomo”.

Cuando el agua ingresa en las capas externas de piel va alterando el balance de electrólitos y luego llega un mensaje al cerebro. Este mensaje da una respuesta que obliga a los capilares subcutáneos a realizar una contracción para evitar el flujo de sangre.

“La superficie de las capas inferiores de la piel disminuye, pero no así la de las capas exteriores, que tienen menos vasos, y por tanto se ven obligadas a arrugarse», detalló Barabash.

 

Fuente: TeleSur