100 años han pasado desde que La Mariscal empezó a conformarse y toda la historia que se ha trazado desde allí, es parte de la identidad de esta zona que le ha dado un alma propia que encanta a quienes la visitan y residen en ella.


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100 años han pasado desde que La Mariscal empezó a conformarse y toda la historia que se ha trazado desde allí, es parte de la identidad de esta zona que le ha dado un alma propia que encanta a quienes la visitan y residen en ella.

La Mariscal es un barrio, donde una abuelita mira desde su ventana cómo empieza la ajetreada mañana con una taza de café en mano; un turista pasea por las calles con su cámara colgada del cuello y su celular en la mano buscando la dirección que aparece en el mapa para llegar a un museo que le han recomendado; un estudiante camina apurado con su mochila colgada en la espalda y se dirige a dar un examen para el que estudió la noche anterior y un ejecutivo sale a medio día en busca de un sitio dónde almorzar.

Sus inicios se remontan antes de 1918. En 1900, cuando era evidente que existían muchas familias acaudaladas en Quito, y su estilo de vida demandaba de la existencia de teatros, centros deportivos, nuevos medios de transporte y servicios como agua, telefonía y alcantarillado.

A partir de estas necesidades, y de los refinados gustos que surgían por los viajes, la ciudad empezó a cambiar. Cuando el sector empezó a poblarse, los residentes buscaban replicar casas europeas que veían en sus viajes, pero muchos arquitectos temían replicarlas y perjudicar su buen nombre, por lo que, el diplomático Rubén Vinci decidió construirlas. Muchas obras arquitectónicas de La Mariscal son obra suya.

En 1905 se creó la empresa londinense Anglo French Pacific Sindicate, quienes encargaron al quiteño Modesto Sánchez Carbo la compra de una amplia extensión de terreno al norte del Parque El Ejido; mismo que pertenecía al Municipio, ya que fue herencia del Cabildo Colonial. Su extensión comprendía desde La Alameda hasta lo que hoy es el Parque Bicentenario.

Desde ese entonces se tomó la decisión de lotizar estos terrenos y es allí cuando surgió la Av. Del Ejército (Av. Patria), que fue vendida a la empresa Anglo French por 125 mil sucres – equivalente a USD 25.000 actuales-.

En 1914, la Av. Colón ya existía y era el sector donde residieron las familias Mantilla Jácome y Baca Ortiz. Ese mismo año se inauguró la línea del tranvía, que salía desde el Centro Histórico hasta la Colón, pues ambas familias solicitaron al Municipio que el tranvía llegara hacia esta zona, pues se comprometieron construir el Hipódromo Nacional, en tanto el tranvía llegara hasta allá. Su intención no fue solo conseguir transporte, sino lotizar el terreno.

En 1918 la ciudad se empezó a expandir hacia Santa Prisca y a la ciudadela Larrea, pero el crecimiento no cumplía un orden precisamente. Es así que el Municipio comenzó a trabajar en un plan en el que se estipulaba el concepto de que en la Mariscal sería conformada como una ciudad jardín y marcaría un nuevo concepto de ciudad. En este año, la Anglo French se comprometió a lotizar los terrenos.

Para 1921, la Anglo French no había cumplido con su compromiso de lotizar los terrenos, por lo que el Municipio los adquirió nuevamente a través de la Compañía de Mejoras Urbanas de Quito, donde el municipio tenía mayor participación accionaria.

En 1922, el hijo del presidente Emilio Estrada, Emilio Estrada Sciacaluga, -en ese entonces concejal de Quito- inició el concurso para la pavimentación y desagües de La Mariscal y los lotes comenzaron a venderse.

Fue así que empezó el desarrollo de La Mariscal, la llamada ahí “Ciudadela Mariscal Sucre”, cuyo territorio llegaba hasta las cercanías de la calle Veintimilla, fue concebida como una acción del centenario de la Batalla de Pichincha.

Todo el proceso de conformación de la zona lleva a cuestionarse sobre la historia que está en cada rincón de La Mariscal. Sus casas patrimoniales, hablan de la evolución de los estilos arquitectónicos y demuestra que este sector marca la pauta del Quito antiguo y el moderno y nunca faltará la pregunta sobre las casas patrimoniales, ¿Quién vivió ahí? ¿Qué historias y anécdotas cuentan las paredes y piedras?

Muchas cosas han pasado en 100 años, el barrio ha cambiado y se ha desarrollado a la par de la modernización; han pasado generaciones por las calles y plazas creando memorias, por eso festejar este centenario promete celebraciones que sólo La Mariscal se merece.

 


Redacción CiudadColorada.com | Héctor López, investigador de La Mariscal







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