Artículo de Opinión de Marisol Bowen


La orden de prisión preventiva emitida contra Rafael Correa y la solicitud de notificar a la INTERPOL para la difusión de alerta roja, -haciendo uso del máximo grado de alerta internacional en una demostración voraz de hambre atrasada-, ha dejado al descubierto de lo que es capaz la miseria humana bajo el control de la justicia hoy dominada por los partidos políticos enemigos de la revolución


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La orden de prisión preventiva emitida contra Rafael Correa y la solicitud de notificar a la INTERPOL para la difusión de alerta roja, -haciendo uso del máximo grado de alerta internacional en una demostración voraz de hambre atrasada-, ha dejado al descubierto de lo que es capaz la miseria humana bajo el control de la justicia hoy dominada por los partidos políticos enemigos de la revolución como el Social Cristiano.

El expresidente radica en Bélgica con su familia, no es prófugo de la justicia porque no ha sido sentenciado por delito alguno, nada hay que justifique tal superlativa persecución internacional que no sea la venganza. No obstante, las barbaridades jurídicas ejecutadas en Ecuador nos ha llevado a un ridículo internacional sin precedentes, y como lo escribiera Domingo Faustino: “¡Del ridículo no se vuelve!”.

Esta acción legal injusta y bochornosa contra el expresidente del Ecuador, que ha roto el estado de derecho y ha convertido al país en un estado sin garantías, debería ser el detonante para sacudir la conciencia de Latinoamérica contra la judicialización de la política en la región.

Al igual que otros líderes como Lula da Silva, Dilma Rousseff, Cristina Kirchner y Jorge Glas, Rafael Correa fue vinculado sin desafuero a un proceso penal sin pruebas en su contra y con claros vicios de nulidad. Para concebir el entramado contaron con un fiscal acusador puesto a dedo por el también puesto a dedo Consejo de Participación Ciudadana, con una jueza que se allanó al desacato de la Asamblea y actuó sin competencias, quien desconociendo las leyes y tratados internacionales realizó el cambio de la medida cautelar por la prisión preventiva, violando a su vez el Art. 575 del Código Orgánico Integral Penal (COIP) que la obligaba a notificar a las partes con al menos 72 horas de anticipación para celebrar la audiencia, lo que no hizo.

Todo en medio de violaciones claras al debido proceso, a las garantías procesales y en medio de las más aberrantes violaciones a la Constitución. Dejando claro, con estos vergonzosos antecedentes, que el sistema de justicia ecuatoriano no obra por justicia sino por calculado propósito.

Como lo escribí anteriormente, no importa cuánta razón tenga la razón, en el Ecuador de hoy ¡la ilegalidad campea! De ahí que la medida cautelar impuesta haya sido inverosímil, descabellada y atentatoria, con el único objetivo de generar la prisión preventiva.

No obstante, Correa, en uso de sus derechos como ciudadano ecuatoriano residente en el exterior y amparado en la Convención Interamericana de Derechos Humanos, la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares, la Jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Constitución de la República del Ecuador y las leyes vigentes; cumplió con la medida y se presentó en el Consulado de Ecuador en Bruselas – Bélgica. Sin embargo, en la catáfora de lo inaudito, con Correa aquí o allá, el resultado apuntaba a ser el mismo.

El cambio de las medidas cautelares no son consecuencia legal sino el siguiente paso de un entramado infame donde se utiliza a la justicia como medio para justificar el fin. El lawfare aplicado en toda su maliciosa magnitud, donde muchos enemigos se han sumado al aparataje gubernamental contra un solo hombre al que han pretendido humillar sin éxito. Seguramente eso fue lo que les hizo falta de un gobernante al que difamaron y atacaron hasta el cansancio. No cabe duda, ¡el peor enemigo es el que quedó herido!

Aunque las cartas están echadas y la historia más temprano que tarde hará lo suyo, el despotismo que Moreno resucitó en el Ecuador le está pasando factura. Agoniza políticamente ante un pueblo que a golpes de traición despertó en revolución y se levanta en resistencia. La injusticia que hoy vemos cometida es la acción abyecta de un gobernante que exhala sus últimos hálitos de odio. La agonía misma de la incapacidad de quien se sabe muriendo y prefiere hacerlo con venganza.

A diferencia de los grandes hombres que mueren solos si se ven vencidos, ¡los infames arrastran a los justos a su tumba!

La patria desmembrada, la justicia secuestrada, los derechos ciudadanos mancillados y la verdad prostituida encendieron la llama de la ira popular que amenaza con llevar la sangre al río, pero sin duda alguna, la infamia cometida contra el líder de la Revolución Ciudadana ¡fue la gota que derramó al pueblo!

Por Marisol Bowen

#SiEsConCorreaEsConmigo

 


Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión del portal digital CiudadColorada.com


 


Por Marisol Bowen







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