La crisis social y económica que atraviesa Haití, sumado a un escándalo de corrupción, ha desatado violentas manifestaciones que tienen una consigna: la renuncia del mandatario.


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La crisis social y económica que atraviesa Haití, sumado a un escándalo de corrupción que involucra a varios miembros de la clase política, incluyendo al presidente Jovenel Moïse, ha desatado violentas manifestaciones que tienen una consigna: la renuncia del mandatario.

Desde la semana pasada, en las calles de la capital Puerto Príncipe se vieron automóviles incendiados, saqueos en tiendas comerciales y violentos enfrentamientos entre manifestantes y la policía, que han dejado al menos cuatro personas muertas y decenas heridas.

En una de las escenas más dramáticas que retrata lo que sucede estos días en el país, manifestantes cargan a un hombre que permanece inmóvil, con el rostro lleno de sangre, y lo acercan a una fila de policías que reprime la protesta.

Minutos después, las personas huyen ante los disparos de la policía y el cuerpo se queda tirado sobre la acera.

Advertencia: las siguientes imágenes pueden herir su sensibilidad

¿Por qué las protestas?
Las violentas protestas se activaron después de que el Tribunal Superior de Cuentas y Contencioso Administrativo presentara su informe ante el Senado sobre la forma en que el Gobierno haitiano gastó 4 billones de dólares provenientes de Petrocaribe, como se le conoce al acuerdo de cooperación energética que fue lanzado por el fallecido expresidente venezolano, Hugo Chávez, en septiembre de 2005. 

El informe del Tribunal identificó que al menos tres presidentes y seis primeros ministros incurrieron en numerosas irregularidades en el uso de estos fondos. 

El actual mandatario, Moïse, también es señalado por irregularidades en el uso de fondos de Petrocaribe destinados al alumbrado público, cuando presidía la empresa COMPHENER S.A.

 

Manifestantes roban las cajas de un motociclista durante una protesta en Puerto Príncipe, Haití, 10 de febrero de 2019. / Jeanty Junior Augustin / Reuters

Las acusaciones de corrupción agudizaron la severa crisis política y económica que atraviesa la nación caribeña desde la llegada al poder de Moïse, en febrero de 2017.

En aquellos días, Washington aclamó las elecciones haitianas como un símbolo de que el país regresaría «al gobierno democrático y constitucional», pese a que la participación de votantes fue solo del 21%.

La difícil situación 
La realidad es que ocho de cada diez haitianos viven en pobreza y se estima que al menos cinco millones de haitianos padecerán inseguridad alimentaria aguda este año, según cifras de la Dirección General de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Unión Europea. 

Los indicadores económicos del país caribeño no despiertan muchas esperanzas. El año pasado, Haití tuvo un crecimiento del 1,5% y una inflación del 14,50%.

La crisis de electricidad derivada de la escasez de gasolina, así como la fuerte depreciación de la moneda oficial, el gourde, que se cotiza a 82 por cada dólar, han sido un fuerte aliciente para los manifestantes.

En este escenario, el Grupo Core, integrado por Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos (OEA) y los embajadores de España, Brasil, Canadá, España, Francia, EE.UU. y la Unión Europea, hicieron un  llamado al diálogo y pidieron al Gobierno haitiano «mejorar las condiciones de vida de los más vulnerables, luchar contra las desigualdades y fomentar un clima de inversión propicio para estimular el desarrollo de los sectores productivos». 

Las protestas han ocasionado el cierre de escuelas, bancos y negocios.

 


Redacción CiudadColorada con información de RT







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